lunes, 4 de agosto de 2008

HABANNA, mi vida... siempre


Nuestro encuentro fue una casualidad, ninguna de las dos sabia que aquello iba a suceder… y fue todo un flechazo.

Yo estaba aún tramitando mi separación y me habia ido a vivir de nuevo a casa de mis padres. Durante mi matrimonio tuve dos maravillosos montañas del pirineo de los que no queria separarme, aunque por el bien de ellos, no habia mas remedio. Siempre habian vivido en el chalet que compartí con mi exmarido, al lado de un monte, y no me parecia justo sacarles de aquel entorno, de su hogar, y separarles de sus amigos caninos solo porque mi ex y yo no podiamos estar juntos por mas tiempo.

Aprovechando un curso de adiestramiento que estaba haciendo, iba todos los fines de semana a por los dos perros para llevarmelos a las clases prácticas, así podia disfrutar de su compañía mas que adiestrarles, porque la verdad es que un montaña es lo más pachorro del mundo.

Las clases prácticas se realizaban en un recinto que la escuela habia alquilado a una residencia canina, de esas en las que uno deja a “su mascota” cuando se quiere ir de vacaciones sin ella y paga una considerable suma de dinero para que “te la guarden”.

Un dia, pasando entre los cheniles, un perro enorme se puso de patas en la valla. Era mas alto que yo, y contrariamente al resto de los perros que veiamos, no ladraba, emitia unos gemidos como pidiendo caricias. Le miré… y me enamoré. Me acerque a ella y ví que estaba en unas condiciones pésimas, muy delgada, muy sucia, con la comida por el suelo mezclada con barro y el unico resguardo que tenia era una caseta de cemento lo suficientemente grande como para que nadie pudiera quejarse y lo suficientemente pequeña como para que ella no quisiera meterse. Su pelo tenia como unos tonos rojizos muy extraños y la punta de su rabo estaba en carne viva y sangraba. Ella se puso feliz al ver que me interesaba y empezó a menear su rabo, entonces comprendí el porque de esa tremenda herida. El chenil era tan pequeño y su rabito tan largo, que con cada meneo que daba, la puntita pegaba contra los alambres de la valla. Si te acercabas mucho, un reguero de sangre proveniente del rabo te salpicaba por todo el cuerpo…

Enseguida pregunté a los responsables del centro por ella y me contaron una historia, como otras tantas que por desgracia, abundan en el mundo. Una familia, amiga del dueño de la residencia la habia comprado de cachorrita, pero según fue pasando el tiempo, la perra crecío y se convirtió en un Gran Danés y bueno… con crios en casa y viviendo en un piso, decidieron que no “podian” hacerse cargo de ella. Hablaron con el encargado de la residencia y acordaron dejarla alli para que “no estorbara”. Como Habanna (que así me dijeron que se llamaba) no era un perro a quien pagaran la estancia, la tenian en el peor sitio, sobre arena que al llover se embarraba, sin un techo en el que guarecerse y dandole los restos de comida que los otros no querian.

Les pregunté si cabia la posibilidad de que me la llevara de alli, y me dijeron que si les pagaba 10.000 pesetas era mia… Que vergüenza! Ni siquiera querian tenerla alli y me iban a cobrar por llevarmela. No me importaba el dinero, pagaria lo que fuera necesario.

Todos los fines de semana iba a las clases de adiestramiento, pero ya mi prioridad habia cambiado, ya no iba a “clase” iba a ver a Habanna. Le llevaba salchichas, la limpiaba un poquito, estaba un ratin con ella, dentro de su chenil… Al principio fue muy difícil porque cuando entrabas en el chenil, ella se tiraba al suelo de inmediato. Tenia un miedo atroz y no queria levantarse del suelo. Yo me sentaba a su lado y la acariciaba. Poco a poco consegui que se fuera levantando, aunque caminaba medio agachada y recostada sobre mi pierna. Me quedaba después de las clases un rato para poder estar con ella y la sacaba del chenil para darle paseos. Ponerle un collar al cuello fue otra odisea, tuve que comprar uno de tela porque el sonido del metal le aterraba. Cada vez los paseos iban siendo mas largos y tenia que empujarla para que caminara sin tumbarse sobre mi, pero consegui que caminara bien. Con juego y caricias fui haciendo que confiara en mi, tanto que cuando llegaba, la oia gemir llamandome en cuanto yo salia del coche. Ella sabia cuando habia llegado, y yo corria a encontrarme con ella, que siempre me recibia con el dichoso reguero de sangre sobre mi cuerpo y mi cara. La vendaba su rabito todos los dias, pero al fin de semana siguiente, no tenia la venda, o la tenia medio arrancada.

Mientras tanto yo estaba tramitando la compra de una casa para volver a salir de casa de mis padres. Les pedi en la residencia que cuidaran a Habanna hasta que comprar la casa, y en menos de un mes compré algo muuuy pequeño, pero que me permitiria llevarmela de alli lo antes posible.

Llegó el tan esperado día y mis nervios estaban a revosar. Llegue a la residencia con el coche preparado para poder meterla, tuve que bajar los asientos de atras lógicamente, y fui a por ella. Ya la oia llamarme como siempre. Le di un baño y descubri que era completamente negra, que ese color rojizo del lomo, era de su propia sangre, de ese rabito herido que nunca cerraba. Estaba preciosa. La metimos en el coche, no sin luchar un poco contra su miedo y fui a nuestro nuevo hogar. Cuando llegamos a la casa, habia un colchon esperandola, y ella al verlo se fue directamente a él y se tumbó. Me miraba desde el colchon y yo no sabia que estaria pensando, pero era una mirada llena de dulzura. Dede ese momento, su colchon fué “su hogar”, sin él se desubicaba completamente y no sabia ni donde sentarse.

Nuestros casi 6 años en esa casa fueron los mejores años de mi vida. Ella fue mi compañera, mi amiga, mi hombro sobre el que llorar, mi incentivo para seguir adelante en los peores momentos. No se que habria sido de mi sin ella. A veces, dormia con ella en su colchon y se giraba hasta quedar hecha un ovillo pegada a mi cuerpo, como si fuera un bebé. Aprendió a jugar, a morderme, a pasear sin miedo a la gente o a otros perros, aprendió a ser “alguien”.

Por las noches, como era muy friolera, la arropaba con una toalla y me miraba con agradecimiento. Solo hubo algo que nunca consegui quitarle…su ansiedad por la comida, y eso fue su fin.

El viernes dia 1 de Agosto del año 2008, una dilatación gástrica con parada cardíaca acabo con ella. Después de unos horribles espasmos que duraron unos segundos, pero que para mi fueron una eternidad, todo terminó. Mi amor se habia ido y mi mundo ya no seria el mismo. Nunca he sentido una impotencia y un dolor tan espantoso. No se como podre superar este terrible dolor y tristeza que no se va de mi corazon, no se como podre vivir sin ella.


6 comentarios:

Susana (Saskia) dijo...

Sabía algo de la historia de Habanna, pero no todos los detalles.
A través de tí la fuí conociendo y queriendo y he sentido mucho su muerte, tanto que llevo todo el fin de semana con llantos a cada rato.
¡Sé muy feliz Habanna, en el Puente del Arco Iris, y diles a Tumper, a Ron y a Sandy que todavía están en mi memoria y siempre estarán en mi corazón!

Unknown dijo...

Nunca tuve un perro ni sabía lo que eran hasta que llegaste tú con tu mami y luego con la peque, no sabía que tu perdida me dolería tantisimo.
Gracias por tu cariño y amor incodicional, has sido de lo mejor que he conocido en este mundo y siempre fuiste muchisimo más que un "simple" perro, eras la bondad encarnada, gracias por todos los momentos que hiciste disfrutar y consolar a tu mami, gracias por dejarme haberte conocido y amado, gracias por ser como fuiste.
Gorda te llevaré siempre en lo más profundo de mi corazón.
Jamás te olvidaré.
Te quiere, tu papi.

bruma dijo...

Mucho ánimo para los dos; ella estará siempre con vosotros.

Un abrazo muy grande

bruma

Anónimo dijo...

Hola! Yo he tenido y cuidado con muchísimo amor a unos cuantos perros en mi vida.Cada uno ocupa un espacio en mi corazón.No se van del todo.
Mi recomendación es que ya estés buscando a otro dogo,sin perder más tiempo.ahora mismo dicen en el foro que hay unas hermanas de 3 años,que no se por qué motivo,ya las regalan.Pregunta,y si te interesa,no dudes en acoger a una de ellas.

gotha dijo...

Hace 28 años apareció en casa mi padre con un cacho perro...hecho polvo,de la perrera de Barcelona,en casa nunca habiamos visto un bicho así!estabamos aterrorizados,el pobre animal gruñia y enseñaba los dientes,él tambien estaba aterrorizado..de los humanos no habia recibido nunca nada bueno..poco a poco se fué convirtiendo en nuestro "Bruc" el que ya hace años llena montones de marcos con su foto y nuestros corazones de amor por el Dogo Alemán..por su culpa,porque se marchó,he tenido que despedirme ya de unos cuantos dogos..por su culpa no sé vivir sin un dogo...y me aterroriza despedirme de ellos,pero...ahí estamos,son vida amor,compañerismo,fidelidad y sabes...nunca les olvidaré,gracias al nuevo amigo recuerdas sin dolor al ausente,también me pido que Habanna,Bruc,Gran,Blau,mi otro Bruc y tantos y tantos se encuentren y babeen toda la eternidad

gehena dijo...

No me quedan ya más palabras para decirte que siento tu pena en lo más profundo de mi corazón y que me gustaría arrancarla y tirarla muy lejos de tí para que no tuvieras que pasar por esto.
Ojalá pudiera llorar yo por tí y que se acabaran tus lágrimas para siempre.
Lamentablemente no puedo. Pero sí puedo ofrecerte mi hombro y llorar juntas por aquella a quien tu generosidad y buen corazón le brindó una oportunidad.
Todo mi apoyo y mi cariño.
Eva